La inversión extranjera se reactiva en Mendoza

Tras la crisis el negocio creció 50%. Una empresaria canadiense asegura que nuestra provincia es «un paraíso seguro».

Nadia Binesh de BBI Argentina, vive en Toronto, Canadá. Desde hace seis años su trabajo es «captar» inversores extranjeros y convencerlos de comprar propiedades en Buenos Aires y Mendoza. Su clientela, conformada especialmente por pequeños y medianos inversionistas norteamericanos y canadienses, se inclinó hacia Mendoza tras el estallido de la crisis.

En su confortable y luminosa suite del Sheraton, hotel que aloja también a muchos de sus clientes, Binesh le comentó a Los Andes que el interés por invertir en Mendoza creció después de octubre de 2008.
 
«Por muchas razones, la más importante es que la demanda de vino argentino creció exponencialmente. Las uvas argentinas valen. La gente perdió confianza en el mercado de acciones, en el sistema bancario y en las propiedades en Estados Unidos, especialmente, y comenzó a buscar un ?safe heaven’, un paraíso seguro para invertir. Eso es Mendoza».

Hacemos un impasse en la charla para bromear acerca de que las palabras «seguridad» y «Argentina» no se siguen la una a la otra con regularidad. Sonríe y apunta: «Bueno, cuando mis clientes me hablan de inseguridad política y económica en Argentina les digo, ¡hey, el imperio económico colapsó delante de tus ojos, no hay ningún lugar seguro en el mundo! Si bien Argentina tiene problemas políticos, esto no molesta a los extranjeros que compran en dólares, y mientras más desorden hay, más fácil es invertir en Argentina, por el valor del dólar».

Binesh, que tiene departamentos 4 y 5 estrellas en Buenos Aires para turistas, comenta que la ocupación de los últimos meses nunca baja de 95%.

«No hay muchos otros lugares en el mundo donde el dólar se haya ido tan alto, en Buenos Aires se puede tener la experiencia europea, pero en pesos, Buenos Aires como destino se vuelve cada vez más popular. Por su parte, Mendoza es como una isla, una burbuja que tiene su propia y vibrante economía, protegida del resto de Argentina, y eso es por la industria del vino».

Quién invierte y en qué

Acorde a lo que le dicta la experiencia, Nadia Binesh afirma que con la crisis aparecieron dos grupos interesados en la Argentina. Uno está conformado por los norteamericanos que perdieron su fe en el sistema y no quieren dejar el dinero en su país. El otro grupo está formado por europeos, que también perdieron la confianza en sus sistemas financieros.

En cuanto a montos señaló que hay dos tipos de inversores, los pequeños -100 a 400 mil dólares- que están buscando un estilo de vida, una jubilación, una pequeña viña. Además del romance asociado a ello, la accesibilidad para este tipo de inversiones sólo existe en la Argentina».
 
El flujo de este dinero va, sobre todo, hacia los emprendimientos inmobiliarios que incluyen la construcción de casas en pequeños predios con viñedos, las famosas «villas», donde uno puede vivir y elaborar su vino, todo «llave en mano».

Binesh trabaja con 6 de estos proyectos, todos ubicados en la zona del Gran Mendoza. Para ellos abrió una «división de arquitectura» que le permite, según lo que pide el cliente, encontrar el mejor lugar para construir, la mejor vista para sus hogares y las variedades de uva que quieren cultivar en sus cuarteles.

Si bien el valor de estos emprendimientos inmobiliarios no bajó, la empresaria asegura que los dueños han sido inteligentes adaptándose a la situación actual. «Algunos de los proyectos son más flexibles con el financiamiento, porque saben que los clientes no pueden o no quieren tomar un crédito bancario. Ofrecen cuotas sin interés a 2 años, con 50% de contado. La idea es que más gente se sume a estos proyectos para validar este estilo de vida».

El segundo grupo de inversores que se ha movido con fuerza desde la crisis busca negocios activos entre los 500 mil y los 3 millones de dólares. «Buscan un viñedo con una pequeña bodega autosuficiente, generalmente tienen ya la distribución en sus respectivos mercados.

Tengo clientes en Hong Kong que quieren comprar la bodega para elaborar el vino, llevarlo a China y embotellarlo. Estoy teniendo cada vez más pedidos de India para este tipo de negocios», comenta.

Oferta y demanda

Un hecho es que últimamente los diarios abundan en clasificados donde algún propietario quiere vender una bodega o una viña en producción. Algo que podría indicar que el negocio del vino no fue tan rentable para algunos pequeños inversores que llegaron durante el boom, en 2003, y durante la crisis quisieron deshacerse de sus propiedades.

Binesh opina que esta oferta no está tan relacionada como con que el negocio del vino no ha sido rentable, sino con que muchos pequeños inversionistas perdieron sus propiedades o sus acciones tras el quiebre de Wall Street.

«En 2005 tuve de cliente a una pareja americana que compró una tierra virgen 14 hectáreas, con las hipotecas de sus casas. Antes de darse cuenta, estaban invirtiendo en la Bolsa en Estados Unidos. Cuando todo colapsó esta gente tuvo que vender sus residencias, de repente tenían hipotecas que valían cuatro veces más que sus casas, y esto congeló las inversiones en el Valle de Uco».

Sin embargo, en los últimos diez meses, una ola de nuevos ahorristas sacó su dinero del banco y lo colocó en tierras. «En sólo dos semanas vendí 50% de las hectáreas disponibles en un emprendimiento de Valle de Uco, por teléfono o por Internet. Es increíble», remarca.

«Creo que en pocos años Mendoza se convertirá en una ciudad interesante y cosmopolita, porque hay inversores de todos los puntos del mundo interesados en comprar propiedades aquí».

¿Inversiones sostenibles?

Los negocios de mediana envergadura que buscan los clientes americanos, o canadienses en Mendoza son subsidiarios a sus actividades primarias, pero sostenibles, afirma Binesh.
 
«Los especuladores no trabajan con países como Argentina. Creo que los inversores que vienen aquí son personas inteligentes, que compran negocios como ingresos subsidiarios a sus principales actividades, que se llevan a cabo en Estados Unidos. Tengo un cliente que vende polvo para las manos, comenzó con los gimnasios y le fue muy bien, pero se hizo muy rico vendiendo este polvo en los cabarets (gracias a la popularidad del «pole dance») Él, por ejemplo, no quiere tener su dinero en los Estados Unidos, prefirió comprar tierras en Mendoza».

Gabriela Malizia – Especial para Los Andes

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