Antes de este presente rompiendo redes en Chile, deambuló por el mundo sin destino fijo, al punto que colgó los botines y puso una tienda de ropa en Tucumán. La atrapante historia del tunuyanino que en 2008 se probó sin éxito en el Tomba y quiere su revancha.
Diego Bautista – dbautista@losandes.com.ar
“Los locos abren los caminos que más tarde recorren los sabios”.
La frase (cuya autoría pertenece al célebre escritor italiano Carlo Dossi) en su estado de WhatsApp oficia de carta de presentación para quienes no conocen a Marcos Sebastián Pol.
Detrás de este tunuyanino de 26 años que desde hace un par de años rompe redes en el fútbol chileno, hay una historia que merece ser contada. Es la aventura de un “loco lindo” -como se autodefine- que cambió la excelsa tranquilidad del Valle de Uco por las luces de varias metrópolis sudamericanas que desandó en busca de un sueño: debutar en Primera.
Un trotamundos contemporáneo que se hizo bien de abajo. Un pibe humilde del barrio Güemes de Tunuyán que siempre vuelve. Y que, como dice el tango, para ser feliz, primero supo sufrir.
-¿Quién es Sebastián Pol?
-Un hombre común y corriente que dedica su vida a jugar al fútbol. Un tipo que se crió en una familia humilde y trabajadora que, al igual que sus hermanos, tuvo la posibilidad de estudiar, pero a los 15 años se fue de su casa detrás de un sueño que gracias a Dios pudo cumplir. Un loco lindo al que le gusta hacer bromas y disfrutar de lo que mejor sabe hacer, que es jugar al fútbol.
-¿Sos un ejemplo más de que nadie es profeta en su tierra?
-Puede ser. Nunca tuve la oportunidad de jugar en mi país. Ése es mi otro sueño por cumplir. Me quedan muchos años de carrera y lo voy a lograr. Mi prioridad ahora es estar cerca de mis viejos. El 30 de diciembre de este año mi padre cumple un año de haber sufrido un ACV que le paralizó la mitad del cuerpo. Es algo que nos golpeó mucho.
Luego de hacer sus primeras armas en el Sport Club y Tiro Club, los dos equipos más grandes de Tunuyán, a principios de 2003, Pol se fue a Tucumán a probar suerte en una filial del Inter de Italia. “Luego me ubicaron en San Lorenzo”, cuenta.
Con 17 años, Sebastián emigró al Pachuca de México donde no pudo jugar porque el club no contaba con cupos para extranjeros. De allí pasó a préstamo al Cartaginés de Costa Rica, donde debutó como profesional en 2006.
“La verdad es que me fue bien. Estuve un año, me volví a Pachuca y de ahí a Córdoba. Estuve un mes y medio entrenándome en Talleres. Viajé a Italia para jugar en un equipo llamado A.S. Casale Calcio, donde pude mostrarme, aunque no de manera oficial por problemas de papeles.
El Torino me quiso pero, como no podía conseguir la documentación que me faltaba, partí hacia el Dacia Mioveni de Rumania. Allí tenía un contrato de tres años pero estuve seis meses porque sólo me pagaron un mes”, añade.
En junio de 2008, al volver de Rumania de vacaciones, Pol tuvo una prueba en Godoy Cruz cuando el equipo estaba en la B Nacional y era dirigido por el Gato Oldrá. Luego de practicar durante dos semanas, como no hubo acuerdo, regresó a Rumania. “No me pagaron los cinco meses que me debían ni tampoco querían darme el pase”, cuenta.
“Como me cansé de estar lejos de Argentina y de no tener nada concreto, decidí pegar la vuelta. Surgió la chance de jugar en San Martín de Tucumán, pero hubo un problema de dinero y dejé el fútbol”, recuerda el pelilargo.
-¿Es verdad que te pusiste una tienda de ropa?
-Sí, de algo tenía que vivir, je. Puse una tienda de ropa en Tucumán y me iba bastante bien.
-¿Y por qué volviste a jugar?
-Porque me enteré que iba a ser padre y decidí volver a jugar después de ocho meses. Lo hice en la Liga tucumana con Ñuñorco. Salí goleador y jugué el torneo del Interior. De ahí pasé a San Jorge, donde también fui goleador y después salió la chance de ir al Guabirá de Bolivia, donde estuve seis meses.
Jugué poco pero igual fui goleador. Me salió la oportunidad de ir a Real Potosí donde pude mostrar toda mi capacidad. A pesar de los 4.200 metros de altura, hice muchos goles, jugué una Copa Libertadores y todos quedaron muy conformes con todo el sacrificio que hice.
Cuando finalizó el contrato con Real Potosí, llegaron varias ofertas y me decidí por Cobreloa. Para mí era una nueva meta porque jugar aquí en Chile es como jugar en Argentina. Es un fútbol muy competitivo.
Salimos segundos a dos puntos del campeón y nos clasificamos a la Copa Sudamericana. Rompimos varias marcas, entre ellas la de hacer 34 puntos, algo que no se conseguía desde 1988. Tuve un año muy bueno y quedé a un tanto de salir goleador, algo que en Cobreloa no pasaba desde hacía 15 años.
-Ahí apareció Wanderers…
-Exacto. Mi contrato finalizaba y Cobreloa esperó mucho tiempo para renovar. Hubo sondeos de equipos grandes de Chile, pero las negociaciones se demoraron un poco y pasé a Wanderers de Valparaíso, donde tuve unos primeros seis meses muy buenos.
Lamentablemente, en la segunda temporada tuve una lesión en el dedo gordo del pie que me mantuvo tres meses sin jugar. Wanderers quiso renovarme el contrato, pero Audax Italiano me ofreció un vínculo interesante y decidí radicarme en La Florida, Santiago, donde vivo actualmente.
-¿Y cómo va la cosa en Audax?
-He tenido muy poca participación (5 partidos, 2 goles) porque tuve un pequeño desgarro en el isquiotibial, pero no me he podido curar y me parece muy extraño porque hace tres meses que estoy sin jugar.
Estoy tratando de recuperarme, quizá en unos días estoy en Argentina para hacerme un tratamiento especial y poder regresar el 15 de diciembre de la mejor manera.
-¿Por qué creés que no se dio la chance de quedarte en Godoy Cruz cuando te probaste?
-La verdad que no tengo idea. Creo que hubo malos entendidos. Decían que uno era agrandado o mal agradecido. Creo que soy uno de los más agradecidos del fútbol y de la vida porque he sufrido bastante para demostrarlo fuera de mi país. En los países que estuve, siempre dejé algo bueno y no tener la oportunidad de hacerlo en mi país o ciudad, me duele mucho.
-Larrondo, Sevillano, Olivares, Pol… Ejemplos más que elocuentes de que en el Valle de Uco no sólo se producen buenas manzanas…
-(Risas) Es verdad. Los conozco a todos de chiquitos porque jugamos juntos. A Dieguito (Sevillano) lo conozco porque vive cerca de casa y tengo una gran relación con sus padres y hermanos.
Traté de aconsejarlo cuando se fue a jugar a Rumania. El Cebolla (Olivares) vive a la vuelta de mi casa. Con el único que nunca hablé es con Larrondo. Sé que lo tenía mi representante, Jorge Cyterszpiler, que pasó por River y que ahora está en Italia, pero no sé mucho más de él.
-¿Lo entendés a Mauro Zárate?
-Sí, por supuesto. Hoy para jugar en la Selección tenés que ser un Messi, un Agüero o un Higuaín. Mauro Zárate nunca tuvo la posibilidad de hacerlo y se le vino a la cabeza un técnico que siempre lo quiso en Chile. Las dos primeras veces dijo que no, pero a la tercera dijo que sí. Creo que el tema familiar también pesó mucho.
-Entonces, si te llama Jorge Sampaoli…
-Ni lo pienso. Sabemos que en nuestra Selección es casi imposible estar. Lo analizaría muy bien, pero supongo que no tendría ningún problema en decir que sí.
El peor momento de Pol
Una de las imágenes más fuertes de este 2014 se produjo en marzo de este año, en la undécima fecha del Clausura chileno, en un partido entre Santiago Wanderers y Universidad Católica.
¿Qué fue lo que sucedió? En el primer tiempo, Sebastián Pol fue de atrás al defensor de Católica Marko Biskupovic, le enganchó el tobillo derecho y le produjo una luxofractura.
Esta lesión le demandó alrededor de seis meses para recuperarse. El árbitro, por supuesto, no dudó y decidió expulsar al mendocino quien, impactado por la gravedad de lo acontecido, se retiró llorando de la cancha.
“Fue el peor momento de mi carrera, me sentí muy mal por lo que pasó. No fue con mala intención. Fue una jugada desafortunada que me sorprendió. Estuve muy mal, un tiempo largo sin salir.
Cuando tuve que declarar en la ANFP por la roja, recibí el apoyo de todos. Hablando con él (por Biskupovic), me tranquilizó. Hoy, nos seguimos hablando y le pregunto como está. Gracias a Dios, ha vuelto a estar citado, ha jugado y es algo que me ha puesto muy contento. Por suerte tuve el apoyo de todos”, contó el valletano.
Un goleador solidario

El gran incendio ocurrido el 12 de abril pasado en el sector de La Pólvora, en la comuna chilena de Valparaíso, dejó más de 2.900 viviendas destruidas, 12.500 personas damnificadas, 15 víctimas fatales y más de 500 heridos. Se vivieron varias jornadas en alerta roja y fue declarada “zona de catástrofe”.
Entre los héroes inesperados, durante las labores de remoción de escombros, apareció Sebastián Pol. “Ese día fui a ayudar. Salió de corazón. Lo hice como una persona común y corriendo, ayudando y demostrando que, a pesar de ser jugador, tenemos ese lado humilde.
Apenas llegamos, saludé y dije: ¿Qué hay que hacer? Tiramos una casa de dos pisos. Al otro día, no sentía los brazos. Ese día, yo andaba con unas zapatillas nuevas, vino un chico que había perdido todo por el incendio y me dijo ‘qué lindas zapatillas’.
Entonces me las saqué y se las regalé. A los pocos días jugamos contra Cobresal en el estadio de Wanderers y recibimos una ovación tremenda de la gente”. Un recuerdo imborrable.
“De Kiara sé muy poco porque su madre no deja que la vea ni le llame”

“De Kiara, a pesar de que es mi hija y que la amo con todo mi corazón, sé muy poco. Con decirte que el día de su cumpleaños número 5, que fue hace un par de semanas, si hablé por teléfono con ella un minuto, es mucho”, confesó con mucha tristeza Sebastián. El delantero contó que la pequeña vive con su madre en Tucumán.
“Ella no sólo me la ha puesto en contra sino que siempre se agarró de eso para hacerme sufrir. Me hago cargo de ella, mando el dinero que corresponde. Es algo que me duele muchísimo a mí y a mis padres, pero que me hace fuerte para salir adelante y para saber por quién estoy viviendo”.
http://www.losandes.com.ar/article/marcos-sebastian-pol-se-que-algun-dia-voy-a-cumplir-el-sueno-de-jugar-en-mendoza
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...