El pasado 12 de junio, MDZ reveló en exclusiva la trama de un escándalo que pronto recaló en otros medios locales. Tuvo que ver con la agresión que la titular de la Anses de Tupungato, Celia Ladino, profirió a un empleado de esa misma dependencia, llamado Ariel Rojas.
A pesar de la desmentida de la mujer —en realidad, admitió una parte del hecho pero negó lo más sustancial— pronto este diario pudo acceder a una copia de la grabación de lo ocurrido y la mentira quedó expuesta.
Luego de lo sucedido, Ladino quedó pendiendo de un hilo en su cargo y hoy su desempeño es investigado por la Anses nacional.
Sin embargo, no pasó desapercibido en torno a lo acaecido el hecho de que la mujer es la esposa del intendente tupungatino, Joaquín Rodríguez.
¿Cómo y por qué una mujer que no logra controlar su propio temperamento llegó a ocupar un cargo tan estratégico? ¿Estaría al frente de la Anses si no fuera cónyuge del jefe comunal de Tupungato? A esta altura, la respuesta es casi obvia.
Desde ya, no se trata de la capacidad de una persona para ocupar un cargo específico, sino de la senda para llegar allí. No es un tema legal, sino ético y moral.
¿Está bien que el titular del Ejecutivo comunal “coloque” a su mujer a dedo en un lugar de tal relevancia?
A su vez, el hijo de éste, Víctor Rodríguez, ingresó a la comuna y trabaja como empleado de planta.
Pero no es todo: su hermana, Purificación Rodríguez, trabaja en la delegación que tiene la OSEP en el Departamento de Tunuyán.
“El dato que tienen que tener en cuenta es que toda esta gente está en la gestión pública a partir de que Joaquín Rodríguez llegó a la intendencia de Tupungato”, admitió a MDZ una fuente de información que trabaja codo a codo con el intendente de ese Departamento.
Según pudo confirmar este diario, el dato es real: todos sus familiares ingresaron a sus cargos luego de que Rodríguez alcanzara su cargo como jefe comunal, en el año 2003. Dicho sea de paso, el mandatario lleva su tercer período al frente de los asuntos municipales tupungatinos, no sin escándalo de por medio.
Es que, hasta hace unos años, Rodríguez nunca acepto rendir cuenta de sus actos ante el Tribunal de Cuentas de la provincia, como exige la Ley de Responsabilidad Fiscal. Lo hizo de manera incompleta y tardía luego de haber sido intimado de manera reiterada.
Otro escándalo que salpicó su gestión, ocurrió en 2012, cuando Rodríguez decidió duplicarse el sueldo.
Por lo que puede verse, la única mejora ha sido en favor de su propia familia. Y bien lejos de la transparencia.